A diferencia de los discos duros tradicionales, que utilizan partes mecánicas y los datos se almacenan de forma física en sus platos, los SSD cuentan con memoria NAND que almacena los datos en forma de unos y ceros en sus celdas de memoria. Así, y a diferencia de la RAM, aunque desconectes un SSD de la corriente no perderá sus datos pero, ¿será capaz de almacenarlos de forma indefinida si no lo conectas a la corriente durante mucho tiempo?
Aunque en este artículo nos vamos a centrar en los SSD, debes saber que por ejemplo a los pen drives les sucede lo mismo ya que utilizan el mismo tipo de memoria en la mayoría de casos. De igual manera, esto afecta tanto a los SSD que conectamos internamente en el PC como a los SSD externos que se conectan mediante interfaz USB, así que en líneas generales debes tener en cuenta esta información para todos los dispositivos que cuenten con memoria NAND Flash.
Los datos de tu SSD no duran para siempre… pero casi
Aunque generalmente un disco duro mecánico está sellado al vacío y es imposible que entre polvo a su interior, al tener partes móviles es más susceptible que los SSDs a las condiciones ambientales como la temperatura o la humedad, por no hablar de las fuentes electromagnéticas que pueden dañar sus componentes. En un SSD no sucede esto, pero aun así no significa que sea inmune al paso del tiempo.
Hace un tiempo salió a la luz un informe del JEDEC que exponía el peor escenario posible: un SSD a punto de llegar al final de su vida útil en el que se grababan datos a baja temperatura 20ºC y luego se guardaba a alta temperatura (55ºC), el peor escenario posible que además es contrario a lo habitual (nadie guarda en un cajón nada a 55ºC salvo que vivas en el desierto). En este caso, los datos del SSD quedaban inaccesibles pasados siete días de su desconexión, y esto hizo saltar las alarmas.
La realidad es que si conservas el SSD en un lugar fresco y seco, con poca humedad, donde la temperatura no varíe mucho en invierno o verano y lejos de fuentes electromagnéticas (imanes, motores, etc.) los datos que contenga tu SSD o pen drive pueden durar durante muchísimos años (hablamos del orden de más de 100 años). Claro que estamos hablando de condiciones ideales que luego es muy complicado que se cumplan, pero en términos generales si tienes un poco de cuidado es probable que nunca te encuentres en la tesitura de conectar un SSD que llevaba años en un cajón y que los datos se hayan perdido. Extremadamente difícil.
Eso no significa, por supuesto y como ya demostró el JEDEC, que los datos no puedan llegar a perderse. Si el SSD almacenado estaba cerca del final de su vida útil, si ha sufrido cambios de temperatura o temperaturas extremas (tanto de frío como de calor) o estaba cerca de fuentes electromagnéticas el tiempo de retención de los datos se puede ver drásticamente reducido y causar la pérdida de los datos. En todo caso, como decíamos antes, con que tengas un mínimo de cuidado no deberías tener problemas.
¿Qué precauciones debes tener para no perder los datos?
Al contrario que los discos duros los SSDs no están sellados herméticamente, así que siempre es una buena idea mantenerlos en un lugar cerrado en el que no entre el polvo, o al menos que entre lo menos posible. Una buena idea sería guardar tus SSD o pen drives en una caja de cartón que permita cierta transpiración por si entra humedad que pueda salir, y a su vez dentro de un armario o cajón para evitar que entre mucho polvo.
Igualmente, aleja tus dispositivos de fuentes electromagnéticas y ya no nos referimos solo a motores como puede ser el de la lavadora o la nevera, sino en general de cualquier otro aparato eléctrico. Finalmente, como hemos mencionado antes también sería recomendable almacenarlos en un lugar en el que no haya mucha humedad y, al mismo tiempo, que no haya grandes variaciones de temperatura.
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